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La unión más íntima que puede darse en la tierra entre personas (creyentes) es el matrimonio.

El orden puesto por Dios en el primer matrimonio fue de espíritu, alma y cuerpo.
La unidad para poder conocerse y amarse verdaderamente, llegando a ser uno dependía de, y se iniciaba por el espíritu.

1ªCorintios 6.16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17 Pero el que se une al Señor, es un espíritu.**

** 17 ο δε κολλωμενος τω κυριω εν πνευμα εστιν

Así, en el matrimonio, el primer paso para poder conocerse verdaderamente y amarse del todo, es llegar a ser un espíritu. En este mensaje veremos estos tres niveles y como, sin esa firme e irrevocable elección, el cuerpo sigue presentando desacuerdos con su ideal, y el alma se va encerrando en sí misma, aislando al uno del otro, e impidiendo esa plena unión diseñada por Dios, en la que el Amor de Cristo inunda, envuelve y embriaga al esposo y la esposa, transformándolos en grato aroma para Dios, y en testimonio al mundo del Amor de Cristo.