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Estamos en un mundo en el que todo va muy rápido. Todo va a velocidad de vértigo. Desde
que naces estás en una rueda que no para y no puede parar. Esa rueda y ese viaje termina en
la muerte y el juicio delante de Dios. Pero Cristo murió en mi lugar. La Cruz de Cristo me llevó a
la muerte y la justicia de la ley se cumplió en mí. Dios le levantó de los muertos la eterna
salvación de mi persona en la naturaleza del Cristo resucitado.