Jesús nos llama a venir a Él, pero no nos pide descansar previamente de nuestras cargas; tampoco nos dice que vengamos a Él con el propósito en nosotros mismos de cambiar, ni si quiera nos dice que acudamos a Él para que Él nos ayude a descansar; Su declaración es tan sencilla como maravillosa: “Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar.”

¿Qué es lo que quiere comunicarnos el Espíritu Santo en este tiempo? ¿cuál es su sentir en nosotros, los hombres? ¿cuál su obra en este mundo? ¿cuál el testimonio de que le hemos recibido verdaderamente? ¿Tienes tú al Espíritu Santo?

¿Crees en el Big Bang? ¿crees en la evolución? ¿sabes cuál es el principio de la sabiduría? ¿sabes qué pasa cuando uno desprecia dicho principio? Veremos las contradicciones de la ciencia, la falta de base en la pretensión del Big Bang, la poca fiabilidad de los métodos de medición para determinar la antigüedad de los cadáveres, la farsa de los hallazgos de cadáveres de hombres semi-evolucionados, la contradicción de la segunda ley de la termodinámica con la evolución; y, en contraste, el testimonio de la Verdad y de nuestra verdadera historia.

Lo que estamos viviendo hoy, la expansión de pestes o pandemias —en este entonces, la llamada coronavirus—, los consecuentes miedo y terror de las personas, y la confusión por las informaciones contradictorias que se transmiten, estaba ya profetizado por Jesús en la Palabra de Dios. ¿Qué dice el libro del Apocalipsis referente al fin? ¿qué dice del control masivo que habrá? ¿qué del microchip con el número diabólico 666, y qué de las plagas que sobrevendrán a los que se lo implanten?

Muchas personas profesan ser creyentes, pero no tienen seguridad total de salvación. ¿Es eso posible? Esas personas deberían describirse como incrédulas, ya que esa afirmación es más bien una contradicción, pues es ausencia de garantía de salvación, y es, por lo tanto, estar expuesto a la condenación del infierno. En primer lugar, ¿es posible tener garantía de salvación? En segundo lugar, ¿cómo podemos tener seguridad de salvación?

Dios nos llama a hacer la paz con Él; no sirve estar en paz contigo mismo, ni tener argumentos para tratar de justificarte a ti mismo; pues Él es el Juez y ha decretado la sentencia. Tampoco sirve que trates de alcanzar la justicia por tus propios esfuerzos, pues todos hemos nacido incompetentes para alcanzar la justicia. Se trata de hacer la paz con Dios arrepintiéndote y convirtiéndote.

Este es el único requisito para la salvación, pero ¿qué es invocar? ¿en qué estado del alma se da? ¿qué pasos previos requiere? ¿es correcto el método que utilizan algunos de, queriendo ser santificados y tener fe, aislarse? ¿es el camino de la liberación del poder del pecado, el fortalecerse uno mismo para poder vencerlo? ¿es normal que algunos, después de muchos esfuerzos, falten a la fe? ¿o es posible que alguien que haya invocado el Nombre del Señor de veras, aborrezca la corrección? Cristo es el fin de todas las luchas propias por obtener justicia.

Muchos cristianos profesantes naufragan en cuanto a la fe, y sus conciencias, acusándolos, los apartan de la ella. Pero ¿es acaso la fe una capacidad natural nuestra? ¿depende en algo de nuestra fuerza? ¿se limita a nuestra pequeñez? ¿Cómo podemos tener fe permanente, y cuál es el medio que Dios ha dispuesto para dárnosla?

Muchas personas piensan que creen en Dios y en Su Palabra, pero que aún no se han arrepentido; otras piensan que están decididas a arrepentirse, pero que lo van a hacer más adelante; otras creen que necesitan cambiar para poder acudir a Jesús, e incluso que pueden hacerlo; todas estas personas, engañadas por su propio corazón, están a punto de ser llamadas a juicio y ser sorprendidas habiendo casi creído, casi habiéndose arrepentido y casi habiendo sido salvas; penosamente, su destino será el eterno tormento del alma.

Muchas personas hay hoy esclavas del alcohol, el tabaco, las drogas, la masturbación, la pornografía y la fornicación, y se encuentran totalmente incapaces de emanciparse de su dependencia. En los casos antedichos, se trata de manipulaciones de espíritus, a los que uno ha dado campo y les ha cedido la autoridad sobre su propio cuerpo. Otros sufren manipulaciones espirituales de miedo y pánico, oyendo voces y viendo visiones terroríficas. No obstante, Jesús, quien dijo a un indefenso e incapaz paralítico: “—¿quieres ser sano?—, sólo Él es poderoso para hacernos libres.

¿Por qué hay tantas profesiones de conversión y, no obstante, tan pocas de ellas son verídicas? Ante el mismo hecho que cuestionamos, los hombres se esfuerzan para conseguir tener una conversión genuina, se esfuerzan para cavar para ellos mismos cisternas; pero esas cisternas nunca podrán retener agua, porque están rotas. Ante la imposibilidad del hombre de conseguir retener agua, Dios llama a acudir a Él, única fuente de agua viva.

Bajo una ley dada para los pecadores, que nos denunciaba y nos condenaba, somos guiados a Cristo Jesús, nuestra única salvación. Ejecutada la sentencia de la ley contra nosotros sobre Cristo, en lugar nuestro, el pecado no se enseñorea más de nosotros. Pero algunos cristianos se esfuerzan por domar el cuerpo (el cual es indomable, por lo que Cristo terminó con Él en el Calvario), y se desaniman ante su fracaso en el intento; Dios les conduce a la impotencia para que acudan a Su gracia, que no se limita a ayudarles, sino que lo hace todo ella.

Muchas personas se sienten faltos de felicidad y de verdadera compañía, dado que éstas solo se hallan en Dios. La felicidad es la plenitud de la vida, de Dios; la soledad de la separación de Dios es el sumergimiento en la muerte; en ésta, los hombres están hambrientos y sedientos de vida y amor. Jesús nos libera de la aflicción, nos da vida en abundancia y sacia nuestra hambre y sed espirituales.

Multitud de personas se han propuesto cambiar sus vidas como un nuevo reto a emprender, pero han fracasado. No obstante, algunos han podido afirmar: Dios es mi refugio, no resbalaré. Para esto mismo, Pablo menospreció toda su vida, teniéndola como estiércol, a fin de conocer el poder de la resurrección de Cristo: sólo por ese poder podemos ser transformados y no resbalar.

Un escriba preguntó a Jesús cuál era el primer mandamiento de todos, a lo que Jesús le respondió hablándole del amor a Dios y al prójimo; el escriba entendió Su enseñanza y se dio cuenta de que aquél mandamiento era realmente mayor que todo sacrificio por la causa de Dios, por lo que expresó su comprensión a Jesús; al ver Él que le había respondido con sabiduría, le dijo: “no estás lejos del reino de Dios”. Quizás tú estés cerca del reino de Dios, pero eso no es suficiente, ¿por qué te detienes?

Mientras había oscuridad en la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las podía palpar, los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones. La habitación de nuestra alma, de nuestra persona, es nuestro cuerpo, y la lámpara de dicha habitación el ojo. La obra del Espíritu Santo es convencernos de pecado, de justicia y de juicio, para que no vivamos una doble vida, en oscuridad e hipocresía, sino que nuestra habitación sea toda luminosa; ¿te atreves a examinarte a la luz de Su Palabra?

El pueblo de Israel fue libertado de la esclavitud de Egipto; allí Faraón no quería dejar que tuviese tiempo para Dios, ni para reflexionar, por lo que lo abrumaba con más y más trabajo, pero Dios los sacó con mano poderosa, después de hacerles sacrificar un cordero. Cristo murió para salvarte, pero Satanás, al igual que Faraón, ha planificado varias estrategias para que no tengas tiempo para reflexionar ni volverte a Dios; no obstante, Dios desea que tu corazón sea buena tierra, donde la semilla de Su Palabra germine y de fruto.

Jesús dijo que temiésemos a Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. ¿Qué es pues el tormento del alma? Este tormento no se originará en el infierno, pues ya empezó en un querubín, Satanás, y luego en el hombre en el jardín del Edén. Así, el tormento del infierno no es algo ajeno a los hombres que descienden a éste, sino que es el presente estado tormentoso de toda criatura en independencia de Dios; solo que cuando se termine el tiempo de la gracia de la vida terrenal, no será apaciguado ni por un instante.

La puerta que abre al camino que conduce a la vida es estrecha, y el camino angosto; por contraposición, la puerta que abre al camino que lleva a la perdición es ancha, y el camino espacioso. Jesús es la Puerta que abre al camino angosto, Él mismo es el Camino que lleva a la vida, y Él también es la misma Vida: óyele.

Dios nos dice que juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud. ¿En qué consiste dicha justicia? ¿Qué es la rectitud? Dios nos rebela Su perfecta Ley, la cual es fruto de Su justicia, para que por ella conozcamos cómo podríamos ser justificados en Su juicio. Pero ante nuestra incapacidad para cumplir Su Ley, Él nos da a conocer la obra de Su amor: el Evangelio acerca de Su Hijo, en quien Él mismo vindicó la sentencia de Su Ley contra nosotros.

Dios nos ha prefijado el orden de los tiempos y el límite de nuestro margen temporal en la tierra para que busquemos a Dios. Por lo que pasando por alto los tiempos de nuestra ignorancia, ahora nos manda a todos los hombres en todo lugar que nos arrepintamos, por cuanto ha decretado un día para el juicio de la humanidad. Nuestro arrepentimiento es urgente, dado que no conocemos nuestro margen de tiempo, y el reo de la impenitencia es el eterno destino del infierno de fuego y azufre.

El hombre define la justicia y el derecho, pero queda enlazado en sus mismas definiciones. Dice que el derecho establece lo que a cada uno le pertenece, pero ¿está el hombre actuando conforme al derecho? Dicho derecho, asimismo, es el ámbito que la justicia otorga y en el que guarda al que está sujeto a ella, mas ¿está el hombre sujeto a la justicia? ¿Ha habido, pues, algún hombre justo que haya pisado la tierra, al que, por lo tanto, le corresponda el derecho?

Moisés escribió de Él en la Ley, los profetas Isaías, Oseas, Miqueas, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Zacarías, Malaquías y Juan el Bautista testificaron acerca de Él, Felipe fue llamado por Él, y Andrés notificó a su hermano Simón: Hemos hallado al Mesías. Él es como jabón de lavadores y como fuego purificador, y Su Nombre es Jesús de Nazaret, ¿le conoces?

La misericordia de Dios llega hasta los cielos: consideremos su grandeza; la fidelidad de Dios alcanza hasta las nubes: meditemos en su extensión; Su justicia es como los montes de Dios: provemos su inmutabilidad; Sus juicios son abismo grande: apercibámonos de su insondabilidad. El Dios justo e inmutable es también compasivo y clemente; veamos Su dolor, llorando día y noche la desastrosa condición del hombre pecador, y ofreciéndole Su perdón y salvación.

Enseñanzas oscuras están permeando la sociedad, tratando de borrar todo arquetipo de la conciencia de los hombres, y toda noción de Dios; el príncipe de este mundo trabaja para que se enseñe que la familia no existe, que la práctica sexual no se limita al matrimonio, que los sexos no sólo son el masculino y el femenino, etc. etc. Pero encima de esta oscuridad la luz de Cristo ilumina a los que oyen Su Palabra y reciben Su verdad. ¿A quién vas a escuchar? ¿De quién te constituyes hijo o hija?

Desde los menos dotados de esta generación hasta a los más capacitados, todos son esclavos de su amor propio, esclavitud que es incompatible con la verdadera paz. Los creyentes debemos analizar nuestras circunstancias diarias, según la guía del Espíritu de Dios y la luz de Su Palabra, para darnos cuenta de que tantas veces estamos siendo privados de la paz de Dios, por querer alimentar nuestro amor propio. No obstante, si queremos atender, Dios nos ofrece una libertad total y una paz divina, ya que Su poder se perfecciona en nuestra debilidad.

Comentario en la epístola de Gálatas siguiendo la lectura programada para cada semana del año que tenemos en la congregación en Sant Pere de Ribes.

Aunque son muy comunes las declaraciones de amor y fidelidad, y tan rápidamente rotas, Aquel que ama a mi alma no me repudió, ni se marchó, ni me abandonó; Dios me ha amado con amor eterno, por lo que me ha prolongado perpetuamente Su misericordia. Aunque yo no podía alcanzarle, Él vino a mí, vino a encontrarme. También vino a buscarte a ti, y hoy, habiéndote hallado, te llama a venir. ¡Ven a Jesús!

Comentario en el libro de 2º Reyes siguiendo la lectura programada para cada semana del año que tenemos en la congregación en Sant Pere de Ribes.

Hoy en día prácticamente todo el mundo ha oído hablar de la Biblia. No obstante, frecuentemente se habla de ella para ridiculizarla, relacionándola con la mitología y la religión, y considerándola anticuada para hoy. Pero la mayoría de los que la descalifican ni si quiera la han leído, ni han conocido su vital contenido. Muchos relacionan la Biblia y el cristianismo con el catolicismo romano, su iglesia, y su estatus económico y social, por lo que cierran totalmente su oído a ella y al Evangelio de Dios. Pero este Evangelio no es religión: es poder de Dios para salvar y liberar.

El Señor Jesús nos llama a velar, ya que Su segunda venida está a las puertas. Estamos en el tramo final de la historia del hombre, historia que ha sido marcada por la voluntaria sumisión del hombre al diablo. El propósito del diablo es ser adorado por toda la humanidad en un hombre en el que él se encarnará: la bestia. Esta bestia está pronta a manifestarse, cuyo sello o microchip está ya funcionando con el número del diablo 666; las plagas divinas se acercan, y la ira del Dios Todopoderoso está a punto de ser derramada. Pero antes Su Iglesia será arrebatada; ¿te vienes con Jesús?

La palabra “amor”, aunque muy utilizada, es poco experimentada. A los adolescentes y jóvenes les parece que es más fuerte que cualquier dificultad que se les interponga. No obstante, aunque prometen amor y fidelidad, rompen y renuevan continuamente sus promesas con nuevas “amantes”. Los más adultos ya han sido heridos y traicionados, además de haber conocido su incapacidad de amar; así, cansados del teatro, dudan de que el amor exista. Ante los continuos divorcios y la clara ausencia de amor entre las familias ¿es cierto que el amor no existe? ¿qué es, pues, el amor?

La Palabra de Dios nos dice: tu primer padre pecó, y tus enseñadores prevaricaron contra Mí.
Desde nuestra infancia hemos comenzado a edificar el alcázar de nuestro amor propio. Recuerda cómo en tu adolescencia y juventud te inculcaron la necesidad de competir. Cuando profesabas amor, ¿no estaba más bien centrado en tus deseos e intereses? En cuanto fuiste maduro, terminaste de construir tu alcázar, en el que, aunque aparentando lo contrario, escondías soledad e infelicidad. ¡Pero Dios te ha amado en verdad, te ofrece auténtica libertad y quiere obrar en ti una nueva vida!

Hoy en día es muy común acudir al psicólogo o al psiquiatra. Estos –algunos de ellos autodenominados cristianos– diagnostican una serie de enfermedades a las que llaman “trastornos mentales”, pretendiendo estudiar y curar el alma. Pero ante este mañoso presupuesto sus muchos pacientes son hundidos cada vez más en sus sufrimientos, su angustia y su soledad. La Palabra de Dios nos revela que el verdadero Médico es Jesucristo: solo Él puede liberarnos de todos los trastornos anímicos y espirituales.

Hay dos tipos de fe:

1. La fe fundamentada en la sabiduría de los hombres

2. La fe fundamentada en el poder de Dios

La primera engloba la fe en el diablo, el hombre, los sentidos, la ciencia, el médico, el destino, uno mismo, las riquezas, las doctrinas esotéricas, cualquier religión, e incluso la fe en Dios.

La segunda es la fe de Jesús, que obra por el amor de Dios. Por esta fe, quien oye la Palabra de Jesús y cree a Dios Padre, en el mismo momento tiene vida eterna, y ha pasado de muerte a vida.

El Verbo de Dios era en el principio, y el Verbo era el mismo principio. El Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Este Verbo, esta Palabra es eterna, increada, sin principio ni fin de días. Dios nos ha hablado en Hijo; Él es la Palabra que se encarnó. Esta persona era objeto del amor de Dios Padre, y era Su delicia. Fue cautivada por el amor del Padre por nosotros, pactando con Él que vendría a buscarnos y derramaría Su sangre para salvarnos. Esta persona singular, el Hijo de Dios es amor hacia Dios, ya que toda Su pasión fue glorificar el Nombre del Padre, efectuando Su voluntad.

Dios dice que destruirá a los hombres porque pecaron contra Él; ¿qué es, pues, el pecado? Dios advierte que juzgará a todos los pecadores y los trasladará al lago de fuego y azufre eternamente; mientras tanto, el diablo trata de engañarte diciendo que te distraigas y no te dejes amedrentar, pero ¿es éste realmente un buen consejo? ¿no debemos más bien oír a Dios, y escapar de la ira venidera?  ¿Cómo puedo yo ser librado del juicio de Dios si yo también he pecado contra Él?  ¡Levántate, para que no perezcas en el castigo de la tierra, escapa por tu vida, no pares, no sea que perezcas!

Hoy en día se habla de la libertad y se la pretende en todos los ámbitos cotidianos, desde los ámbitos familiares –en los niños, los adolescentes, los jóvenes y las mujeres–, los artísticos y hasta los políticos. Muchas acciones inmorales se justifican con el pretexto de libertad, y toda la enseñanza impartida en los centros docentes abraza estos impúdicos hechos. Sorprendentemente ésta corriente está teniendo camino abierto en parte de la llamada cristiandad. Pero ante la falacia de todas estas enseñanzas, ¿no surge una necesidad urgente de conocer la Verdad?